Un día después de que Mafalda cumpliera 56 años, su padre, Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido y respetado como Quino, emprendía su viaje hacia el más allá... Lo llamaron Quino desde pequeño para distinguirlo de su tío, el ilustrador Joaquín, quien fue el que despertó su vocación de dibujante a una edad muy temprana.
Su primer trabajo fue en el semanario "Esto Es", pero su humor no se iba a detener. Siguieron sus creaciones en TV Guía, Damas y Damitas, Rico Tipo y ía Vicenta, hasta que en 1963, para una publicidad encubierta de electrodomésticos, dio vida a Mafalda. La publicidad nunca vio la luz, pero Mafalda, vivirá por siempre.
Quino trasopasó las fronteras, llevó su mirada y su humor desde un lugar inteligente y sin golpes bajos. Un hombre tranquilo, callado y concentrado en lo que más buscaba con su trabajo... que su obra valiera y dejara algo en el otro. Nacido en Mendoza, en 1945 comenzó a estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes y logró, más allá de cualquier diploma, contar las cosas desde un lugar muy personal y cercano a la gente... un lugar sensible y con el que varias generaciones se detuvieron a lo largo de los años.
Mafalda fue traducida a más de 30 idiomas, llegó a difundirse en sistema de lectura braile y en Argentina se vendieron más de 20 millones de ejemplares. Sus primeras visitas a Buenos Aires, con apenas 19 años y para ofrecer sus dibujos, solo recibieron un NO como respuesta, pero no se daría por vencido.
Hoy, después de haber sufrido un ACV la semana pasada, Quino guardó su lápiz para siempre... y en ese nuevo lugar en el que su alma busque nuevas historias, tal vez se refleje aquella charla en la que Susanita le preguntaba a Mafalda "Crees que después de la muerte haya una mejor vida?" Pregunta a la que Mafalda respondió: "Depende. Después de la muerte de quién?" Y hoy, seguramente Mafalda podría decir que su "Padre" comenzará a vivir una mejor vida.