El dolor profundo por la pérdida de un ser querido no tiene palabras que lo describan... Es dolor, solo entendido por el que lo vive y lo atraviesa... El tiempo hace lo suyo y de alguna manera, logra esa bendecida transformación de la que habla Luis Novaresio... "No sé cuando el recuerdo viró del dolor insoportable al dulce sentimiento de una sonrisa cuando la pienso".
Este 6 de enero, la madre del periodista hubiera cumplido 86 años, y él, la sigue celebrando viva... porque dentro suyo es así, jamás se van los que uno sigue manteniendo vivos en sus recuerdos y sentimientos... "Recuerdo muchos 6 de enero lejos de casa. Ahí emergía el cargo de conciencia, tan común en mi familia, por la distancia. Recuerdo cuando entonces ella me decía “disfrutá”, con genuino ánimo de mitigar esa culpa. Pienso: es de las pocas veces que le escuché conjugar el verbo disfrutar. Siento que a lo largo de su vida el disfrute cedió al deber, a la obligación y, cómo no, a la necesidad. Puro instinto de supervivencia. Así la siento hoy cuando podría haber cumplido 86 años. Qué tiempo verbal petulante el condicional futuro".
Junto a una foto de su madre, Novaresio habló de la palabra disfrutar y de cada una de esas cosas que a lo largo del camino lefue enseñando: "Todo una contradicción. “Podría haber cumplido” no existe. Por qué no los está cumpliendo. Me he visto respondiendo, y a veces preguntando, qué cosas aprendiste de tus padres. De ella aprendí la tenacidad. Aprendí a tener vergüenza, aprendí a paralizarme cuando te sentís excluido, aprendí una forma de amor envidiable, la que tenía por mi padre, aprendí a no abrir la heladera en casa ajena, a no comer hasta que el resto no coma, nunca repetir, no pedir la sal ni decir que le falta salsa a la comida en casa de invitados, a levantar la persiana del Garage, a manejar autos, a entender que pudo lo que pudo (pudo bastante) y que yo no tenía derecho a juzgarla, aprendí a perdonar, aprendí a perdonarla, aprendí a tomarle la mano hasta última exhalación, aprendí a desapegarme diciéndole 'ya está, voy a poder solo', aprendí a hablar en piemontés, aprendí la tabla del siete, aprendí el sentido del pudor, aprendí el silencio y a decodificarlo, aprendí el amor distinto a los perros como el que yo sentía por Camilo y Diógenes que están en la otra foto, mal sacada, porque es una foto de otra foto, aprendí que la sangre no es agua, que la sangre no es todo el futuro y aprendí a extrañarla. Aprendí a escondernos el uno del otro, sabiendo que nos sabíamos todo a la vuelta de la esquina".
El dolor está, transformado, pero nunca deja de ser dolor. Se apende a convivir con él, a acomodarlo en rincones donde afecte menos y así se sigue por ese mismo camino... "No sé cuando el recuerdo viró del dolor insoportable al dulce sentimiento de una sonrisa cuando la pienso. Hoy te miro desde ese dulzor . Feliz cumpleaños. Aunque las palabras, siempre obstáculos, no sean las que correspondan en este 2022 porque no puedo llamarte para decir que estoy lejos. 'Disfrutá', imagino que me decís. Pensarte desde mi hoy es una forma de hacerlo".