Música y cerebro
El proceso por el que percibimos ciertos sonidos como música es increíblemente complejo. El cerebro codifica y representa sonidos por lo que se conoce como mapeo tonotópico: diferentes frecuencias acústicas se mapean en diversas áreas cerebrales, lo que permite diferenciar entre los distintos tonos.
La música activa diversas áreas cerebrales que en su conjunto integran, en tiempo y espacio, una serie de sonidos que son percibidos como una composición musical.
"Estos cambios en los circuitos cerebrales y en la conectividad son oportunidades para promover la curación a través de la activación de específicas áreas del cerebro" comenta Silbersweig. "Comprobamos que el ejecutar una pieza rítmica activa los circuitos cerebrales dañados por la enfermedad en pacientes con Parkinson y los estimula a moverse", señala Haddad.
Enfermos de Alzheimer, con pérdida de la memoria a corto plazo, a menudo reconocen una melodía que les es familiar.
Popularizada hace unas semanas en las redes sociales por la difusión de un video, Marta Cinta bailarina del Ballet de Nueva York, 1967) se muestra emocionada al escuchar los primeros acordes de El Lago de los Cisnes. Desde su silla de ruedas conecta con la obra y la interpreta con sus brazos del mismo modo que lo hacía en el escenario. Este recuerdo musical está codificado en la memoria a largo plazo de su cerebro. Es interesante que una de las últimas áreas en desaparecer en un cerebro dañado por Alzheimer sean las encargadas de la memoria musical y de la capacidad para sentir emociones.