El tiempo pasa, los chicos crecen y no solo eso... también deciden. Así fue como Maru Botana tuvo que aceptar que su hija, Lucía Solá, tomara la decisión de irse a Hawaii a trabajar y disfrutar del paisaje.
Lucía es la segunda hija de Maru y su marido, Bernanrdo Solá, con quien tiene 7 hijos más: Agustín, Matías, Sofía, Santiago, Facundo, quien falleció en 2008, Juan Igancio y María Inés. La familia se ha tenido que adaptar a cambios, pérdidas y reinventarse después de innumerables tormentas. Ya el año pasado, Lucía sacudió las estructuras de su hogar al decidir irse por unos meses a Hawaii y ahora, repitió su aventura: "Luci que tiene 21 viviendo en Hawaii. Se quedó como cuatro meses y ya es el segundo año que lo hace. Va a trabajar de empleada doméstica. Y ella está feliz. Soy una mamá muy abierta. Ella elige eso. En diciembre se va y se queda allá instalada, feliz, trabajando de empleada doméstica y viendo los paisajes. Y a mí me encanta porque es una forma de independizarse también".
Pero Lucía no fue la primera heredera de Maru que decidió armar las valijas y probar suerte en el exterior. Su hijo Agustín, el mayor, ya lo había hecho y así se lo contaba en una entrevista en "Si pasa, pasa", por Radio Rivadavia: "Ya lo tuve a Agus nueve meses afuera. Y siento que los chicos hacen esos cambios. Siempre en mi vida desee tener hijos fuertes, independientes y felices. Y es lo que quiero. A Agus le agarró la pandemia cuando estaba en Bélgica y no sabía cuándo iba a poder viajar. Estaba solo en un departamento. Y yo le dije: ‘No vuelvas’. Así que se fue a Barcelona y se quedó ahí".
Volviendo a Lucía, Maru compartió que estaba estudiando Diseño Gráfico en Argentina y que era muy buena en lo suyo, pero también acepta que su hija necesitaba bucear en otras experiencias. Al ser consultada por cuánto cobrara Lucía por su trabajo, respondió sin vueltas: "40 dólares la hora".
Maru ha tenido que vivir situaciones de real dolor. La muerte de su hijo Facundo, siendo apenas un bebé, fue un camino durísimo de transitar, pero tanto ella como la familia lo caminaron en carne viva... Por eso, cuando le hablan de miedos, ella responde con absoluta sinceridad. “Con todo lo que viví, yo ya no le tengo miedo a nada. Para mí, las situaciones hay que vivirlas. Yo todo lo que tengo me lo gané y me costó. Y soy muy de vivir lo que me tocó.